domingo, 29 de julio de 2007

Doce hombres sin piedad


La semana pasada he asistido al curso de verano "El proceso judicial: Una visión a través del cine". En cada sesión se proyectaba una película y a continuación el conferenciante de turno impartía una charla sobre el tema que abordaba el film. Las películas mostradas fueron Match Point, El proceso, Rashomon, Sacco e Vanzetti y 12 hombres sin piedad. Match point era la tercera vez que la veía, El proceso la proyectaron fragmentada, por lo que no la he podido disfrutar, Rashomon no me convenció (pudieron influir el sueño que tenia y las cabezadas que di en los últimos 20 minutos) y aunque Sacco y Vanzetti me gusto, la triunfadora fue 12 hombres sin piedad.

Fue toda una sorpresa disfrutar de una joya como ésta, a pesar de tener que verla en una incomoda silla de madera (no hay nada como el sofá de casa o la butaca del cine). La película es atípica desde el principio. Mientras que en la inmensa mayoría de películas que contienen un proceso judicial nosotros conocemos los hechos verdaderos por que los hemos visto, en ésta ocasión nos encontramos en la misma situación que el jurado que debe dar veredicto sobre un caso de homicidio. Tenemos las pruebas y los testimonios, pero no conocemos la verdad absoluta y no podremos reconstruir los hechos de manera totalmente objetiva.


En los primeros instantes vemos una imagen del acusado, un joven que supuestamente ha matado a su padre, y ya no le volveremos a ver, pues justo después los doce integrantes del jurado se encierran en la sala de deliberaciones de la que ni ellos ni nosotros saldremos hasta el final. Ya dentro de la sala se realiza la primera votación, todos votan culpable salvo uno, un arquitecto de impecable traje blanco interpretado por Henry Fonda. Las pruebas son claras y todos le reprochan su actitud, pero para el existe una duda razonable, mientras que para el resto el calor sofocante, las prisas por llegar a un partido de béisbol o los criterios racistas son argumentos suficientes para enviar al chiquillo a la silla eléctrica.

En ésta cada vez mas tensa situación descubriremos la torpeza humana en los momentos mas representativos, la debilidad de un proceso judicial sometido a elementos tan aleatorios como el que el personaje de Henry Fonda entre o no en esa sala, lo aberrante de la pena de muerte, la facilidad con la que se trivializan decisiones tan importantes para favorecer intereses personales, los problemas de argumentación de individuos que simplemente opinan lo que diga el de al lado o la influencia de los prejuicios personales a la hora de enjuiciar a la gente. Cuesta creer que la vida de alguien pueda estar en manos gente que no tenga ni dos dedos de frente.


Os puedo asegurar que el interés no decae en ningún momento a pesar de no salir de esa pequeña habitación. Sidney Lumet maneja el ritmo con maestría, aumentándolo poco a poco a medida que nos acercamos a la decisión final (Como dato curioso, de los 357 planos que componen la película, la mayoría pertenecen a la ultima media hora) y se apoya en las grandes interpretaciones de actores como Henry Fonda, Martin Balsam o Jack Warden, repletas de gestos de crispación y miradas amenazantes. La verdad, doce malos actores en una habitación solo hubieran podido parir un bodrio.




No os revelare el veredicto, para eso hay que verla, pero la única certeza es que nunca sabremos con certeza lo que realmente ocurrió. Paradojas judiciales aparte, solo podría reprochar el que algunas de las pruebas resulten demasiado detectivescas, pero no es algo que moleste. El profesor que nos dio la charla objetaba que el proceso resultaba irreal y falseado (las actas reales están repletas de contradicciones, no en todos los jurados hay un Henry Fonda), pero en mi opinión el cine puede (y en ocasiones debe) tomarse ciertas licencias respecto a la realidad para que funcione. ¿Os imagináis que las naves de Star Wars no hicieran ruido?. Seria un rollo.

Espero haberos picado para verla, cuando acaba tienes la sensación de ser una persona mejor, o al menos crees que tienes una capacidad de convencimiento que ya quisiera Obi-wan Kenobi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una película magnífica en todos los sentidos dirigida por el siempre interesante Sidney Lumet, y en donde nos demuestra que con cuatro euros, se puede hacer una verdadera obra maestra. Lumet cuenta un apasionante drama judicial, que en donde la vida de un hombre, está en manos de otros hombres... Así pués, el director cámara en mano, en una sola habitación, una mesa, y unas cuantas sillas, logra mantenernos en vilo durante casi dos horas. Cuenta con unos diálogos magníficos y una sensacional puesta en escena. Pero claro, la película no es solamente el genio de Lumet, porque aquí salen unos "pedazos" de actores de los que por desgracia ya no se "fabrican", ni por encargo: Lee J.Cobb, E.G.Marshall, Ed Begley, bueno en total son 11, y otro que yo creo que poca gente le conoce es un "actorcito" que me parece que le llaman HENRY FONDA (SOMBRERAZO D.ENRIQUE). En fín, para que aburriros más amigos mios. Solamente decir esto: Obra Maestra, pero sin contemplación alguna. Extraordinario blog, y fenomenal post, si señor. Saludos!!! y hasta pronto.
www.http//:pablocine.blogia.com

Roberfumi dijo...

Gracias por la visita y por los cumplidos Pablo!!

A mi es una película que me impacto muchísimo, cine autentico. Es sorprendente como mantiene un altísimo nivel de tensión durante toda la película sin salir de esa asfixiante sala.

Un saludo y siento no haber contestado antes, pues no vi el comentario.